Comenzamos la recolección de la aceituna, el fruto del olivo, en los meses de noviembre-diciembre, en función de su grado de maduración. Este proceso se alarga hasta enero-febrero. 

La aceituna se traslada a la almazara, donde es molida para obtener nuestro oro líquido: el aceite de oliva. 

El aceite pasa del molino a la bodega. Allí lo clasificamos en distintos depósitos de acero inoxidable, según su procedencia, intensidad de sabor o variedad de aceituna. En ellos decanta de forma natural. Así podemos envasarlo prescindiendo de todo tipo de filtrado que pudiera reducir sus características organolépticas.

Durante el tiempo que el aceite permanece en bodega se hacen todas las catas necesarias para seleccionar únicamente el Aceite de Oliva Virgen Extra que cumple los parámetros de calidad y sabor que exigimos a nuestras marcas.

El cuidado de la aceituna en el campo, el empleo de maquinaria moderna en la almazara y una gran bodega, unido todo ello con un sofisticado sistema de trazabilidad, nos permiten sentirnos orgullosos de los distintos aceites de oliva que ofrecemos, cosecha tras cosecha.